En este disco, Cañizares hace un trabajo de síntesis que no supone una vuelta atrás sino un enriquecimiento de lo anteriormente vivido
Cuerdas del alma se abre con la canción que le da título, una rumba en la que la guitarra de Cañizares se apoya en el bajo de Íñigo Goldaracena, la percusión de Yoel Páez y las palmas de Rafa Villalba, Ángel Muñoz y Charo Espino, músicos que estarán con él a lo largo del disco. Después llegan las bulerías con El abismo (una demostración de virtusismo técnico y renovación armónica), las alegrías con Collar de perlas (sorprendentes desde los primeros compases), la balada Lejana (de impresionante sonido de guitarra, demostración de dominio del trémolo y profundo lirismo), la guajira con Mar Caribe (con una inspirada línea melódica que nos acerca a la música popular latinoamericana), los tangos con Puente arpegiado (con otra admirable y original introducción que marca todo el tema), la soleá por bulerías con Lluvia sin nubes (un ejemplo de preciosismo y sensibilidad en la artesanía musical), el vals Palomas (con las castañuelas de Charo Espino y las guitarras doblándose en un intrincado laberinto) y Añorando el presente (una fantasía para guitarra flamenca que cierra el álbum con Cañizares en solitario llamando a la calma).